jueves, 7 de noviembre de 2013

Nadie mejor que las víctimas para saber qué necesitan de la Justicia


Hoy hablaba con el Presidente de una asociación de víctimas de delitos  graves y he visto con optimismo, cómo nuestras posturas son totalmente cercanas y afines, esto es fruto de que la visión que tenemos de la Justicia Restaurativa es en sentido amplio, con lo que podemos llegar a atender las necesidades de las víctimas, de una forma más satisfactoria pero no solo eso sino que como siempre digo, la Justicia Penal tradicional debiera construirse con un enfoque restaurativo, y el proyecto de Estatuto de la víctima es un gran avance, aunque no nos podemos engañar hay que ir mas allá.
 
Debemos construir una justicia más humana que tenga en cuenta que los que acuden a ella no entienden de normas, estructuras y formalismos, solo saben de sentimientos y de dolor sufrido con el delito. Por lo mismo, hoy me ando preguntando: suele decirse que para que se de un encuentro restaurativo entre víctima, infractor y/o comunidad, el infractor debe reconocer al menos parte de su responsabilidad. ¿Por qué? Porque sino para la víctima puede el encuentro resultar más perjudicial que beneficioso, sin embargo, si partimos de que la Justicia Restaurativa tiene como objetivo el diálogo y que la víctima pueda ser escuchada e intente obtener respuestas, ¿Quiénes somos nosotros para decirla a una víctima que no puede reunirse con el infractor porque aparentemente no reconoce los hechos delictivos? ¿Nos creemos que podemos decidir lo que es mejor para la víctima, pasando aun por los deseos de esta? Por supuesto que no, y de ahí, el riesgo y el error que vengo anunciando de regular esta justicia de forma muy estricta , sin flexibilidad y poder adaptarnos a cada caso y cada víctima y sus necesidades, es necesario ser flexibles, pues tratamos con sentimientos encontrados y con seres humanos que sufren. 
 
Para que la Justicia Restaurativa pueda ser de ayuda a las víctimas e intentar rehabilitar a los infractores, que puedan serlo, necesitamos pensar que son las partes afectadas las que mejor saben lo que quieren, otra cosa es que si se pudiera dar un encuentro, y aun cuando el infractor no reconozca todo el delito, se prepare y se trabaje con la víctima para preparar este encuentro, de manera que sus expectativas de esta reunión, puedan adaptarse a la realidad y no se vea más frustrada y más víctima, después de este posible encuentro con el delincuente.
 

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