jueves, 12 de diciembre de 2013

La Justicia Restaurativa favorece la responsabilización sincera del infractor

Ayer hablaba de cómo la Justicia Restaurativa devuelve al infractor a la realidad, su delito ha dañado a un ser humano y su "deuda" no es sólo y principalmente con el estado, sino que debe responsabilizarse para con la víctima directa y también con la comunidad en la que vive.
Muchos infractores al ver que su acción causó un daño a otro ser humano, tienen un arrepentimiento sincero que de otro modo, no tendrían porque suelen desligar el delito de la víctima real. Y es punto de inflexión que propicia la Justicia Restaurativa en los delincuentes para querer cambiar, es más fructífero en los adolescentes. Estos tienen una personalidad en formación, son proclives a dejarse guiar por las “compañías” y es en estos menores, donde la educación puede suponer de una forma más acusada un punto de inflexión para querer cambiar y vivir alejados del delito.
Esto lo apreciaron Matza y Sykes, según ellos, cuando los adolescentes cometen un delito, en muchos casos se amparan en lo que llamaron técnicas de neutralización y que son las justificaciones que utilizan  para con sus conductas delictivas y así pueden cometer delitos porque se apartan y suspenden temporalmente su compromiso con las normas sociales.

Estas técnicas que usan los adolescentes infractores son las siguientes y frecuentemente se favorecen por el sistema penal tradicional de justicia:
. Negación de la responsabilidad: el delincuente dirá que el /ella es una víctima de las circunstancias y que ha sido empujada al delito y que esto escapa de su control (“no fue mi culpa”)
. Negación de la lesión: los delincuentes suponen que su comportamiento realmente no causó daños o que la víctima puede permitirse el daño.
. Condena de los que condenan: los que condenan son vistos como hipócritas o están reaccionando así por despecho personal (“ellos seguro que hicieron cosas peores en su día”)

. Apelación a lealtades superiores: las reglas de la sociedad quedan por detrás de las demandas y lealtad a otros (“que iba a hacer, mis amigos estaban ahí…)

Estas justificaciones pierden "fuerza" cuando el delincuente es confrontado respecto a sus actos y la aceptación de su responsabilidad para con el daño causado a la víctima
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