martes, 16 de junio de 2015

Para la Justicia Restaurativa, la reparación del daño no es solo material

Cuando presenté mi primer libro de investigación sobre justicia restaurativa, muchos criticaron que podría conculcar el principio de igualdad, al no tener las mismas posibilidades de reparación del daño los infractores de menos recursos en contraposición con los más ricos.
Esto sin duda, no es cierto por varias razones, la primera es que la reparación del daño no es el único objetivo de la justicia reparadora o restaurativa, si bien la mayoría de los procesos restaurativos acaban con un acuerdo de reparación del daño o más bien yo diría de restauración del equilibrio roto por la comisión del delito. Si la víctima desea una reparación material, hay fórmulas para tratar de conjugar su derecho de reparación del dolor sufrido, con el del infractor que quiere voluntariamente pagar el daño que ha causado, pero que sus recursos son escasos.

Sin embargo, la segunda razón es bien importante, por cuanto generalmente las víctimas no quieren una reparación material, desean más, una simbólica o moral, y no tiene que ver con que las pidan perdón, más bien lo que la mayoría de ellas desean es que el infractor no lo vuelva a hacer. Se piensa en otras potenciales víctimas y se desea sobre todo, que otra persona no pase por lo que ellas, entonces este pacto de reparación del daño, tiene todo el significado y lo asociamos con el restablecimiento del equilibrio roto en la sociedad y en la víctima. Esta reparación simbólica y moral es totalmente admisible ya que se ha pactado de forma voluntariamente entre víctima e infractor y no va contra la ley, al contrario intenta prevenir más conductas delictivas. Como decía Shakespeare en el Mercader de Venecia, bien pagado está el que queda satisfecho, y en estos casos no podemos obviar la satisfacción de la víctima, al ver que el infractor de forma voluntaria, sin esperar nada a cambio se compromete a no dañar a otra persona.

Los que hemos venimos del mundo del derecho, tenemos tendencia a valorar todo en términos económicos, pero en ocasiones los sentimientos que surgen tras sufrir el delito, las necesidades y las expectativas no tienen valoración pecuniaria, van mucho más allá y de ahí, que la Justicia Restaurativa aborde el delito de una forma más humana.

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