sábado, 17 de diciembre de 2016

Segundo elemento para un sistema penal juvenil restaurativo

Ayer hablaba de la Justicia Juvenil con enfoque restaurativo, y acerca de como es mucho más que encuentros restaurativos, si éstos pueden darse además de muy eficaces son "sanadores" para todos los afectados de alguna manera por el delito, sin embargo, no siempre son posibles o mientras se decide si son posibles, también podemos ser restaurativos tanto con la víctima como con el joven infractor ( esto pasaría igual en la justicia de adultos). Para este enfoque restaurativo, partía de que se deben tener en cuenta e intentar fomentar y transmitir ciertos valores esenciales para esta Justicia, ayer hablaba de respeto, hoy hablaré de la interrelación con los demás miembros de la comunidad.La relación entre los jóvenes infractores y la comunidad, es el reconocimiento de la interrelación, la interconexión de todos y cada uno de nosotros.Es también más profunda y más que eso. Relaciones significa hacer algo por los demás. Algo para alguien más. Ese es el crecimiento y la curación, que proporciona la Justicia Restaurativa, una puerta abierta a la transformación y a nuestra forma de ver el hecho delictivo y nuestra relación con el joven infractor. La Justicia Restaurativa ayuda a las víctimas pero también a los jóvenes a empezar un camino diferente en la forma de relacionarse con el daño. Esto es más importante de lo que pueda parecer ya que esta justicia juvenil con enfoque restaurativo debe favorecer el sentimiento del joven de pertenencia a la sociedad, al grupo y de que es apoyado por su círculo más cercano.
 Es esencial que el joven infractor sienta el apoyo de la comunidad si quiere cambiar, por eso en el aspecto práctico se traduce en que se va a intentar no separar la joven de su familia y su entorno más cercano, siempre que sea posible, fomentando medidas que sean educativas y encaminadas a generar en ellos precisamente estos valores de respeto, responsabilidad y empatía ( que examinaré otro día)  y fomento de la relación con los demás miembros de la sociedad. 

Así el internamiento será el último recurso al que acudir, pues al hacerlo convivir en un régimen cerrado, alejado de su familia, rodeado de infractores muy probablemente más peligrosos, puede hacerle más proclive al delito, consiguiendo el efecto inverso al deseado. Y sin embargo, si el internamiento debe darse estará también inspirado en valores y principios restaurativos dirigidos a la reinserción y educación del adolescente infractor, en este proceso de internamiento es esencial una vez más la cooperación y participación de expertos y familia para lograr que el carácter excepcional del internamiento cumpla su misión de devolver cuanto antes a la sociedad un adolescente nuevo y productivo. Es importante que el menor no se sienta estigmatizado y que vea que la comunidad lo va a apoyar en esta transformación positiva. Debemos hacerlo sentir parte esencial del grupo, que vea que la comunidad, quiere que vuelva como una persona productiva, y que si quiere cambiar va a recibir apoyo. Es un puente al futuro, en el que será mirado por lo bueno que haga desde ese momento en adelante, no será estigmatizado, y observado de forma exclusiva, por lo malo que hizo en el pasado.

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