sábado, 4 de febrero de 2017

¿Hasta que punto es necesaria la seguridad en un proceso restaurativo?

He estado leyendo algunas reflexiones del blog de Howard Zehr, que quiero transmitir aquí, ya que a mi también me invitan a la reflexión, hoy me ocuparé de la seguridad.
Solemos hablar, los que trabajamos en Justicia Restaurativa, de la necesidad de crear un espacio seguro para que las partes puedan sentirse cómodas, en iniciar un proceso restaurativo. En especial, esta seguridad se debe tener en cuenta para con las víctimas y si además el delito ha sido de cierta gravedad. Muchas normas priorizan esta seguridad, e incluso hablan de justicia restaurativa, siempre que no revictimice a las víctimas, este es el caso de la directiva del año 2012, que aunque parece ser pro Justicia Restaurativa, finalmente si uno la lee, puede ver el temor que existe hacia la Justicia Restaurativa, en parte creo que es por el desconocimiento de cómo funciona y los beneficios que produce en las personas que participan en  un proceso restaurativo. Pero también creo que es por esta tendencia que tenemos, a pensar en las víctimas como personas incapaces, necesitadas de protección, que no saben lo que quieren y que demandan que otras personas decidan por ellas, no pueden pensar en una víctima, que desee contar su historia, quiera ver al infractor y quiera reivindicar qué quiere o qué necesita para sentirse satisfecha tras el delito.
 No parecen creer que pueda existir víctimas, que quieran tener voz y participación, en algo que las afecta tan directamente como el delito. 
Pero esto es así, muchas víctimas se sienten más cómodas con la Justicia Restaurativa porque ésta las da la oportunidad de participar activamente, de ser parte esencial en el proceso de gestión del impacto del delito.

Volviendo a la seguridad, es cierto que para estas víctimas que quieren participar en un proceso restaurativo, es importante tratar de ofrecerlas el mejor espacio de protección y cuidado. De la misma manera, para que el infractor se sienta cómodo, no piense que va a ser juzgado, es también esencial procurar un mínimo sentimiento de seguridad, en el momento de una posible reunión conjunta, con la víctima, la persona a la que causó el daño.
Sin embargo, el proceso de diálogo y reflexión que se genera en una reunión restaurativa cara a cara es difícil, especialmente si el delito es de cierta gravedad, y de hecho, las experiencias más sanadoras y transformadoras, que he visto, han implicado en cierta manera, algún momento de inseguridad, debido a los retos que se abordan e implica en sí misma, esta reunión restaurativa.

En ciertos casos, es normal evitar esta inseguridad, especialmente si creemos que la víctima puede no estar preparada, sus expectativas respecto del proceso restaurativo no son correctas o quizá necesita más tiempo. También puede ser necesario evitar la inseguridad, si el infractor parece no estar preparado para enfrentar a la persona a la que causó el daño, o por ejemplo, su grado de asunción de responsabilidad, todavía no es el necesario o no se considera adecuado, para una posible reunión conjunta.
Sin embargo, creo que debemos evitar utilizar la inseguridad como excusa, porque a veces esto, nos limita. En ocasiones, nos amparamos en este riesgo, para evitar actuar, aun sabiendo que el posible proceso restaurativo podría ser realmente beneficioso. Sé que es complicado ponderar la seguridad y la posibilidad de ayudar a sanar a las personas, pero estoy convencida, que en ocasiones, es necesario "arriesgar", si sabemos, que los resultados pueden ser mucho más positivos y sanadores, máxime cuando las personas han acudido a nosotros, y creen que la Justicia Restaurativa puede ser buena para ellos.

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